Está claro que las estrellas en un equipo marcan las diferencias y que te pueden resolver un partido con muy poco. Cuando coge la bola Cristiano, Messi, Diego Costa, Falcao... sientes que el peligro acecha al marco contrario. Pero todos necesitan un equipo detrás que les empuje y que les permita jugar arriba sin tener que mirar atrás, sin ataduras.
Cuando éramos niños y se tenían que elegir los equipos, los primeros elegidos eran las "estrellas". Pero el siguiente en ser elegido siempre era un luchador, un jugador expeditivo que te diera la seguridad atrás para que el "chupón" que habías elegido en primer lugar no se tuviese que preocupar de defender. Se le pedía que fuese rápido, expeditivo, valiente, marrullero si hacía falta y no pasaba nada si no tenía cualidades a la hora de atacar.
La gente cuando ahora va al fútbol se olvida de todo eso. Nos han acostumbrado a que todos los jugadores tienen que ser unos magos con el balón en los pies y si no, no valen. Pero en el fútbol cada jugador tiene su parcela, su cometido dentro del campo y debe realizar su labor lo mejor posible.
Hay un jugador, un guerrero que se deja la piel en el campo y que, conociendo sus limitaciones, las exprime al máximo para rendir siempre lo mejor posible. Es por ello que entrenadores como Javier Caparrós, Rafa Benítez, Manuel Pellegrini, Jose Mourinho, Carlo Ancelotti, Luís Aragonés o Vicente del Bosque han confiado en él y lo han hecho jugar para conseguir estos números:
- Casi 400 partidos en competiciones oficiales.
- Internacional tanto en categoría absoluta como en Sub-21 y Sub-19.
- Campeón de Liga, Copa y Supercopa de España.
- Campeón del Mundo y doble Campeón de Europa de selecciones.
- Jugador del Deportivo de La Coruña, Liverpool y Real Madrid
Seguro que muchos de vosotros sabéis a quién me refiero, aunque alguno al ver estas estadísticas se sorprenda: Álvaro Arbeloa Coca. Muchas veces menospreciado por los seguidores (al que llaman el CONO), los verdaderos entendidos saben valorar sus virtudes que están ocultas para otros tantos. Como todos los jugadores, tiene sus días malos y le llueven las críticas a mansalva. Pero hace poco dio un recital en un partido de Champions League donde dejó con la boca abierta a todos: ni se es tan malo cuando se tiene un día de perros ni se es Dios cuando se tiene un buen día. Hay que valorar la trayectoria de un jugador por toda su carrera y "el espartano", para mí, tiene de media un notable muy alto.
No conozco personalmente a Álvaro Arbeloa pero un amigo mío muy cercano sí que tiene muy buena amistad con él. La primera vez que cenó con Arbeloa, cuando lo conoció, mi amigo le dijo que era muy malo (llevándose la consiguiente patada por debajo de la mesa de la persona que los presentó) pero que aún así era su ídolo porque sabía exprimir sus cualidades y dar lo mejor de sí mismo. Me consta que el jugador se lo tomó bien ya que reconoce que no es un jugador de una gran calidad técnica pero que él está ahí no por eso sino por su coraje, su fuerza, su intensidad y por exprimir al máximo sus condiciones sabiendo perfectamente las limitaciones que tiene.
Hace poco escuché que las estrellas se pueden borrar de los partidos y no pasa nada pero los jugadores de batalla no pueden borrarse nunca y han de estar al 100% siempre. Gran verdad.
De pequeño, cuando estuve en infantiles, mi puesto era lateral derecho. No llegué a jugar nunca un partido oficial pero si hubiese podido jugar y llegar a algo, ¡me habría gustado ser un CONO como Arbeloa!